Lo opuesto a la tranquilidad
Tarragona (Costa Dorada)
Fuimos pasado el puente de San Juan, con la reserva de una parcela pagada a 81 euros. Al llegar, no cabía en el camping ni un alfiler y la parcela estaba al lado de los lavabos y, en general, mal ubicada. Llamamos para cambiarla y nos dicen que no hay ninguna parcela libre, pero resulta que sí había alguna en primera línea. Insistimos y al final nos cambiaron, previo pago de la diferencia (+14 euros). La nueva parcela, más de lo mismo: justo al lado de la puerta de entrada a la playa, que por lo visto no cierra bien y cada vez que entraba o salía alguien, un portazo (ya podían arreglarla con los precios que cobran). Además, están situadas de manera que los vecinos de enfrente se sientan mirando hacia tu parcela y todo lo que haces, claro. Pusimos una tela tendida para tener algo de intimidad, pero el chico de seguridad nos vino a decir que no estaba permitido. Pues pongan los setos de otra manera para que no seamos el espectáculo de los vecinos. Para colmo, alguien tirando petardos en la playa a 5 metros de la parcela, que de esto no tiene culpa el camping, pero fue un motivo más para que decidiéramos marcharnos a las 22.00 para evitar que al perro le diera un infarto. Por supuesto, ni devuelven el dinero ni quieren saber nada si te gusta o no te gusta. En general, el que busque algo de tranquilidad, que ni asome por este camping, porque hay tal saturación de gente, de niños por todas partes, gritos, petardos, música… que al que le guste, estupendo, pero al que no, mejor no ir. Todo ello, por el módico precio de 95 euros la noche con autocaravana. No volveremos.
Fecha de la estancia: junio de 2021
